viernes, 19 de diciembre de 2014

Nikita Nipón

No lo puedo evitar. Supongo que es por la curiosidad y admiración que me despierta la cultura nipona, pero ando fascinada con toda esta corriente de fusión peruana y japonesa.

La comunidad japonesa en Perú es grande y data de antiguo. Los primeros inmigrantes llegaron ya en el siglo XIX. Parece ser que fue un acuerdo entre gobiernos para mano de obra japonesa en las haciendas. Con los años, los japoneses fueron emigrando a las ciudades y abriendo negocios y hoy Lima concentra la mayoría de la comunidad.

Por lo visto a los inmigrantes de primera generación se les llamaba issei, a los nacidos en Perú de segunda generación se les llamaba nissei y a los nietos de los primeros, de tercera generación, se les llamaba sansei. Me imagino que ahora habrá nietos de los nietos y nadie los llama nada, más que peruanos.

Yo soy muy correcta y educada y no se me nota, pero en mi interior llevo dibujados unos ojos como platos y una sonrisa en el rostro. Me parece fascinante, sólo quiero conocer más y más, preguntar más y más, y eso que yo no pregunto nada, porque soy discreta y muy tímida. Pero sin ningún tipo de criterio, me despiertan admiración. Me pregunto cuanto queda de la rectitud y tradición japonesa en su ADN y cuanto de la jarana y dulzura peruanas, porque nada se me antoja más opuesto, que un peruano y un japonés, y sin embargo, aquí están estas personas, con sus rasgos japoneses y su español dulcecito, con raíces en ambos países, y promoviendo la fusión, tomando té verde o mate de coca según el día, y yo sólo quiero meterme en sus cabezas y leer sus pensamientos.

A la fusión de comida peruana y nipona se le llama nikkei. Básicamente parte del concepto de que ambas cocinas usan el pescado crudo como base. Los peruanos con el ceviche, que es un delicioso plato de pescado crudo marinado y los japoneses con el sushi, que es con arroz, principalmente y con algas si son makis. Pues bien, la comida nikkei tiene makis acevichados, y a mi, aunque soy purista y habiendo probado todo, me quedo con lo puro japonés, no por eso el nikkei deja de parecerme una maravilla, y una buenísima idea.

Os he dicho ya que estoy fascinada? Lo estoy. Fascinada. Del verbo fascinar. Dadme unos palillos que en el Perú del siglo XXI, no se come el ceviche de otra forma. :)

martes, 16 de diciembre de 2014

Segundas impresiones

Lima es gris. Ya me lo habían dicho pero resulta bastante impresionante. Es el Bruselas andino. Tiene la manta en el cielo color panzaburra una aplastante mayoría de días. No me extrañaría nada que me afectase al carácter. A decir verdad encuentro a los limeños un tantito fríos. Muy correctos, muy educados, muy suaves en sus formas, pero distantes. Curioso. El clima, sobre todo el del invierno, afecta también a la salud. Hay tanta humedad que el resfriado es una constante. He de aprovisionarme de mantas, camisetas térmicas, calcetines y demás prendas de vestir que detesto profundamente.

La buena noticia es que al lado de mi depredepar tengo tres cosas para contrarrestar este cielo gris. La primera y más importante es un centro de danza del vientre para el que ya he hecho la pre inscripción. La segunda y cercana en relevancia es un restaurante japonés que hay enfrente. La última, que reconozco que será motivo de regocijo al final y sufrimiento en el durante, es un centro de la lengua portuguesa al que quiero inscribirme. Tienen dos modalidades, todas intensivas: 1) estudia portugués hasta morir, y 2) estudia portugués hasta que desees estar muerto. Voy a ir a por la opción 1. El único consuelo es que sólo son 4 meses, y que aprendes portu sí o sí. Así que...a por ellos, que son pocos y cobardes.

miércoles, 10 de diciembre de 2014

Depas

Aquí los apartamentos los llaman departamentos. Depar para los amigos. Así que ya he encontrado un depar. En la zona pituca (pija) de San Isidro que normalmente tiene precios prohibitivos pero como mi depar es más bien diminuto, más bien oscuro, más bien viejo, con decoración de abuela y una seguridad menos garantizada de lo que me gustaría, me sale muy bien de precio.

Para los que tengáis una ceja arqueada aún, os diré que he primado la zona tranquila, el acceso a servicios, poder ir andando a la oficina y el precio.

Intentaré hacer actividades por la tarde para reducir el tiempo de depredepar al máximo. De los bares, discotecas y resto de expats en general estoy lejos.

En comparativas pasadas, es lo ya experimentado en Kinsasha de currar y vivir en Limete frente a salir en Gombe. En fin, vuelvo a estar en Limete. Pero esta vez sin coche.

En la conducción, atroces similitudes con Kinshasa. Ahí lo dejo. Las grandes distancias requieren logística para moverte y para planear salidas de la oficina aprovechando a tope tiempos y lugares a los que se va, según lo que haya que hacer, comprar, etc. Como en Kinshasa. Por lo demás, no se parece en nada. Lima tiene zonas bonitas, es agradable incluso para caminar, tiene de todos los servicios imaginables. En definitiva, ingreso medio alto, para variar. A fe que se nota. Están derribando casonas coloniales y post coloniales para construir bloques de depas. Se venden y se compran depas. Se alquilan depas. Se compran depas para alquilar. Se alquilan depas para comprar y así todas las combinaciones posibles. Hasta que aguante.

Otra cosa sorprendente: en Lima ante la duda, ponen una botica. Hay farmacias enfrente de farmacias y al lado de farmacias. El medicamento parece ser el negocio del siglo. Si todo me va mal en la cooperación, me montaré una botica en Lima...Ya que soy embajadora de buena voluntad del Espidifen, que te quita el dolor de cabeza, de muelas y de todo; por lo menos que me paguen por ello. En la parte de medicina natural, el Zambuk sudafricano, que te sana todo elemento extraño que te asome por la piel; equinacea para las defensas, contra resfriados varios; y salicaria para cortar de raíz casos agudos de disentería en inhóspitos parajes de la India, cuando el Fortasec y el caramelo de fresa hacen el mismo efecto, de los que también soy firme defensora. Ya huelo el negocio...

En cuanto al curro, por si no había expresado públicamente esto hasta ahora, os diré lo siguiente: el proyecto de cooperativas de mujeres en Ruanda es un caramelo para cualquier cooperante. Es el tipo de proyecto en el que todo cooperante quiere trabajar alguna vez en su vida, ese que marca la diferencia y mejora la vida de las personas. Como digo yo, cuando llevas un tiempo en terreno y ves muchos proyectos, adquieres ojo clínico y enseguida le ves los peros. Este proyecto en el que he trabajado hasta ahora tiene muy pocos peros, y yo he tenido la suerte de trabajar en un proyecto así muy pronto en mi carrera. Me considero afortunada y se lo agradeceré y reconoceré a medicusmundi siempre. El mérito es suyo al fin y al cabo.

Ahora he pasado de la maravillosa excepción que tanto he disfrutado de un proyecto con muy pocos peros, a la aplastante realidad mayoritaria de los proyectos hoy en día, que tienen bastantes peros. No es culpa de nadie, es lo normal, el problema es que yo he vivido en la excepción. También las exigencias fuera de Euskadi donde tradicionalmente hemos nadado en la ambulancia ;) (pero no os preocupéis, que ya no) parecen ser mayores, a unos niveles que rayan en el entorpecimiento del trabajo. Si yo hubiera querido ser registradora de la propiedad, hubiera sido registradora de la propiedad, pero me hice agente de desarrollo. Para fomentar el desarrollo. De las personas, se entiende. Es difícil compatibilizar esto con toneladas de papel que no hacen sino destruir lo que queda de Amazonas. Cuanto más corrupto es un gobierno, más transparencia exige a los demás (que coincide que están en el Sur) parece ser la premisa. Las ONG necesitamos pasta, así que callamos, otorgamos, y contribuimos a la destrucción del Amazonas con todo el papel que enviamos a las instituciones, ya sean vascas, no vascas, europeas, gringuitas o japonesas, y perdemos el tiempo en burocracia que poco tiene que ver con fomentar el desarrollo, ni con la transparencia. Tiene que ver con la desconfianza y con proyectar en otros las debilidades propias de uno. Porque si estás ocupado con todo lo que implica pedir, buscar o reenviar el papel, te conviertes en hormiguita y no reflexionas, y si no reflexionas, no llegas a conclusiones, y si no llegas a conclusiones, no molestas, que era una costumbre muy fea que tenían las ONG antes. En África lo llaman el negocio de la ayuda.

El negocio de la ayuda. Son palabras muy fuertes. A mi siempre me impactan.

Pero es verdad.

El pollon

Es un restaurante de pollos asados.

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miércoles, 3 de diciembre de 2014

Árboles con flores naranjas

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La Cruz del Sur

Es la estrella guía del hemisferio que más me gusta. Me ha parecido un buen nombre para relatar este cambio de etapa desde mi querida África, donde abrí la ventana a kin, a esta desconocida América del Sur, y abrir otra ventana.

Mi aterrizaje ha sido suave, con alojamiento bien ubicado para el primer mes, con uno de esos pisos que se te abre el ascensor en la misma puerta de casa (es un poco freaky pero reconozco que es cómodo), con muy buena combinación de bus para ir a la oficina, aunque ya sabéis que yo y el transporte público nos habíamos respetado mucho, desde la distancia.

Amo el coche, esto es sabido. La conducción deportiva de Lima ni me asusta ni me impresiona, si me dieran una Hilux se iban a enterar estos limeños de cómo se las gasta la gringuita. Pero no tengo Hilux, ni sustituto, así que cojo esos buses que te llevan a gran velocidad y poca paciencia tomando todos los badenes para disgusto de tus lumbares, de un sitio a otro de la ciudad. Es para hacer brazo. También para facilitar el restregón con el vecino a ritmo de reggaeton, con más volumen del que me gustaría.

Está siendo para mi una gran cura de humildad.

La comida, sin embargo, es espectacular. Me lo habían dicho, pero quizá no les creí del todo. Sin embargo,aquí todo está rico, comas lo que comas y donde lo comas. Es un maravilloso rasca y gana.

La fusión de comida china y peruana, a la que llaman chifa y comida japonesa y peruana (con makis acevichados) me tiene flotando en una nube con sabor a salsa de soja. Estoy encantada con el efecto del glutamato en mis venas. Saboreando el umami sin parar.

Primus es aquí Primusito, ya se ha establecido que es un gato cariñosito. Después del viaje infernal al que le sometí y que soportó estoicamente desde su bolsita siempre y cuando notara mi pie junto a su lomo, acariciándole de vez en cuando, ya se ha establecido en el piso y anda ganándose los cariños de quien esté dispuesto a mirarle una segunda vez. Pero ya sabéis que los guapos, en ese sentido, tienen la vida más fácil, y como ya os he dicho en alguna ocasión, Primus es Brad Pitt a efectos humanos.

Encontrar alojamiento a partir del mes que viene es mi gran reto personal. Los precios son muy altos por alojamientos que no los merecen en la mayoría de los casos. Veremos qué sale.

Por lo demás, es una ciudad enorme con lo que ello implica. Mucha pérdida de tiempo en traslados. Pero zonas visitables por una gringuita sola, por lo menos al principio, no tantas.

En fin, en conclusión, cosas buenas, cosas malas, como todos los lugares. Veamos que nos depara el futuro...