miércoles, 10 de junio de 2015

Silencios que gritan

He estado terriblemente silenciosa en el blog últimamente. En gran parte, porque el periodo de ajuste estaba durando demasiado en mi opinión y tenía los mismos sentimientos positivos, que negativos sobre el lugar, el trabajo, etc. Como no me gusta ser esa persona negativa que se queja, he preferido callarme, hasta asimilar lo que estaba pasándome y procesar lo que realmente estaba pensando.

Creo que en realidad, el periodo de adaptación ha terminado y la conclusión es que tengo los mismos sentimientos positivos que negativos sobre el lugar, el trabajo, etc.

Echo muchísimo de menos mi vida en Ruanda, en realidad, la idea de ello, supongo, porque he pasado muy buenos momentos, y he conocido gente estupenda allí con los que me lo he pasado muy bien y a algunos les llamaré amigos toda mi vida, creo, y espero. Sin embargo, la mayoría ya no están, y seguramente si siguiera en Ruanda, una parte de mi habría pasado página porque aún quedan buenos amigos allí, y otra echaría mucho de menos a los que se han ido. Lo que pasa es que en perspectiva y con distancia todo se minimiza o magnifica, y en este caso, siento que los cuatro años que he pasado en Ruanda, han sido de los mejores de mi vida.

Creo también que el choque ha sido muy grande, pasar de una pequeña ciudad donde todo es accesible y puedes recorrer la ciudad en media hora, a una mega urbe donde el transporte es pésimo y todo requiere logística. Kigali es soleado y Lima es gris, aunque en honor a la verdad, no sé si será el fenómeno del Niño, o el cambio climático en general, pero estamos en junio (que ya debería ser frío y gris) y seguimos teniendo bastantes días de sol, así que no me quejo. Quizá Lima Limón tiene peor fama de la que merece...

Lo que más me cuesta son dos cosas: por un lado, la vida social. Adoro a los amigos peruanos que he conocido aquí, son gente estimulante, divertida, interesante y cinco horas con ellos se pasan como una de rápido. Lo que pasa es que en Kigali era muy fácil salir, muy fácil juntarse con gente un martes, para cenar, y también el miércoles, y claro, el sábado. En Lima, eso es menos factible. No es un entorno como el de Kigali, donde lo que ocurre es que en realidad, la gente necesita estar con la gente, porque todos estábamos muy lejos de casa. Léase: la burbuja expat en África, de alguna manera. Sé que en el fondo, esto se parece más a la vida "real" (un día dedicaré un post a la vida "real") pero eso no quiere decir, que a mi, por comparación, me haya chocado mucho, sobre todo al principio.

Otra cosa es el trabajo. Echo de menos trabajar en equipo. Chantal, mi compañera en Ruanda y yo nos escribimos de vez en cuando por el Skype, llorándonos las penas sobre cuánto nos echamos de menos la una a la otra. El saber que es mutuo, consuela, pero sólo hasta un punto. El currar sola tiene su peso en mi, y unido a lo que he mencionado anteriormente, hace que me pase muchas horas (de trabajo y libres) sola. Me voy acostumbrando, o resignando, no lo sé. Pero yo que soy una persona, que no tiene ningún problema en estar sola porque me llevo bien conmigo misma, considero que este plan de vida, sobrepasa en soledad mis límites de lo tolerable.

En conclusión, y para evitar que la nube gris literal sobre la ciudad se convierta en una nube gris mental, he decidido hacer más a menudo, las cosas que me ponen más contenta en la vida, como cocinar para mis amigos, viajar a lugares donde no he estado y visitar amigos y/o recibir visitas de amigos y familiares.

Como muestra, las fotos de posts anteriores, me fui a Arequipa de nuevo, bella ciudad, bellísima que me ha robado la mitad del corazón, los arequipeños/as la otra mitad. Fui a La Paz a visitar a otra amiga, y nos fuimos al Lago Titicaca, a que nos ardieran los pulmones a cuatro mil metros de altura. He aprendido a cocinar sushi para deleitar paladares, a falta de mejorar la técnica, y espero la llegada de mi hermana próximamente. Por el momento el tratamiento, sin prescripción facultativa, me está yendo bien.

Pienso que he de aceptar que en las comparaciones, África siempre saldrá bien parada, porque tiene un sitio indeleble en mi memoria, y he sido tremendamente feliz allí. Sin embargo, eso no quiere decir que no pueda aprovechar todo lo que Perú me ofrece, y tratar de disfrutarlo en el tiempo que esté aquí. Así que en esas estamos...

No hay comentarios:

Publicar un comentario